lunes, 15 de abril de 2024
“Poder entrar en el pueblo español, estar en el campo, fuera de los lugares turísticos”, Camino de Santiago.
martes, 2 de abril de 2024
“El camino me lleva…, no soy yo quien lo llevo a él” Vicente Espinel, s. XVI, Isidro García Cigüenza, oriundo.
Oriundo de la Riojilla burgalesa, Isidro G. Cigüenza llegó a nuestra tierra hace más de cuarenta años. Enamorado del paisaje y del paisanaje ha realizado su labor didáctica durante todo este tiempo en el mismo pueblo (Estación de Gaucín) y con la misma gente (que no en vano han pasado por sus manos, abuelos, padres y nietos de las mismas familias). Autor de una didáctica específica, que funde y amplía a partir de las filosofías y prácticas avanzadas de la Historia de la Pedagogía (Sócrates, Rousseau, Freinet o Giner de los Ríos), ha venido llevando a cabo paralelamente una labor etnográfica, con libros como: “Habla de la Serranía de Ronda”, “Ecosistemas”, “Arrieros”, “Bandoleros”, “Brujas”, “Boabdil y el Camino Romántico”, “Cabreras”, “Monaguillos” o su último trabajo estelar: “La Pedagogía Andariega”.
– ¿Qué opinión te merece Vicente Espinel?
– A partir de sus tres aportaciones: la novela picaresca, la guitarra española y la Décima espinela, Vicente Espinel mantiene una vigencia inusitada. En su novela “Vida del escudero Marcos de Obregón”, por ejemplo…, introdujo unas temáticas y unas aseveraciones que, cuatrocientos años después, nos dejan pasmados. Leyendo sus textos es como se le conoce:
“Tienen los médicos la obligación de ser dulces y afables, de semblante alegre y palabras amorosas… Que sean corteses; que toquen y acaricien al enfermo de modo que parezca que sólo su visita ya les ha traído mejoría…“
“En este asunto de la crianza de los hijos hay tantas cosas a tener en cuenta que muchas veces, ni a los propios padres que los engendraron y parieron se les puede encomendar esa tarea. Y ello porque las costumbres y manías se contagian de padres a hijos.
– ¿Cómo le descubriste personalmente?
– En Ronda existen varias instituciones y calles que llevan su nombre: un Teatro, un colegio de Educación Primaria, una Asociación de Vecinos, una Coral, una calle de dedicada a su novela y la travesía más comercial y transitada de la ciudad: la Carrera de Vicente Espinel, conocida popularmente como “Calle La Bola”. Sin embargo, y como suele suceder con los nombres onomásticos, su biografía pasa absolutamente desapercibida. Por mi parte, fue escribiendo el libro “Bandolerismo en la Serranía de Ronda”, como lo descubrí. Existe allí un territorio asilvestrado, denominado “La Sauceda” donde Espinel centra una de las escenas más interesantes y divertidas de su obra. Leyéndolo me quedé prendado de su calidad, humor e inteligencia.
– ¿Y eso fue lo que te llevó a Adaptar su obra al lenguaje actual?
– Efectivamente. Mi oficio de “maestro de Escuela y profesor de Secundaria” me condujo precisamente a aprovechar los muchos recursos didácticos que, tanto en el terreno musical, histórico, andariego y novelesco, aportaba Espinel. Él me confirmó la bondad de la metodología didáctica basada en la necesidad de “educar divirtiendo y divertir educando”. Su libro, especialmente para niños y jóvenes malagueños y andaluces, me pareció una joya pedagógica que, superando en humor y calidad moral al propio Quijote de su coetáneo y amigo Cervantes, debía ser traída al lenguaje actual. Fue con motivo del IV Centenario del citado “Marcos de Obregón”, y respetando giros y formas antiguas, como fui conduciendo a sus lectores hacia el deseo ínclito de conocer el texto original. Por otra parte y ahora como aficionado a leer y escribir que soy, me parecía una obligación dejar constancia de mi agradecimiento hacia los grandes autores de la literatura universal, facilitando el conocimiento de uno de ellos. Ya lo dice el refrán: “De bien nacidos es ser agradecidos”.
– Nos consta tu ofrecimiento a Asociaciones, Colegios e Institutos para, con motivo de este IV Centenario, sacar a los niños de los Centros y, por calles y plazas ir realizando actividades didácticas.
– Así es. Dentro de mis posibilidades y continuando con mi labor docente (precisamente por ello) llevo años ofreciéndome de forma altruista para llevar a cabo acciones en torno a Proyectos Educativos como éste de Vicente Espinel. Un proyecto, por cierto global e interesante donde los haya y que abarca infinidad de áreas: historia, literatura, rutas, música… En este caso el tema tiene un atractivo añadido que es la de ahondar en la rima y los ritmos acústicos a partir de la Décima Espinela y de la mano de cantantes actuales como pueden ser Rozalén, El Kanka, Alexis Pimienta, los trovadores hispanos o los raperos improvisadores de las “peleas de Gallos”. Nuestra tierra ofrece además unos recursos artísticos y arquitectónicos fabulosos… Mi labor consiste en mover a maestros y profesores para que saquen a sus alumnos fuera de las aulas. Para que no se dejen domeñar por esa panoplia de horarios, programaciones, libros de texto y contenidos ajenos a sí mismos y a los niños que tutelan. La educación tradicional está muerta, y la tan cacareada “digital” sedentaria y homogeneizada. Debemos recrear una educación proactiva, próxima y comprometida con la colectividad que nos acoge.
– ¿En qué consisten esa “Rutas Espinelianas” que llevas a cabo con niños y jóvenes, acompañados de tu burrita Molinera?
– Se trata de realizar caminatas que enmarcan los relatos de la biografía de Espinel y las aventuras del Marcos de Obregón. Así, y aprovechando la lección que nos dan monumentos, lugares y senderos de aquella época, caminamos por Ronda leyendo sus textos, ampliando aprendizajes y llevando a cabo juegos callejeros que por su simplicidad y jerga rítmica nos resultan entrañables: “Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero…” Pero no nos quedamos aquí, también nos vamos de viaje a Salamanca, Madrid o Sevilla. ¡A Salamanca, por ejemplo, propongo ir caminando, como en su día fuimos Molinera y yo mismo tras las huellas del joven Vicente Espinel cuando fue a estudiar a su universidad: Adamuz, Córdoba, Mesón del Potro, Hinojosa, Sierra Morena…! ¡Una pasada!
– Creo que también implicas a escritores actuales en vuestro proyecto…
– Lo mejor del itinerario rondeño es que, una vez hecho el recorrido por calles y monumentos renacentistas…, una vez leídos textos…, cantadas las espinelas y jugado a juegos de toda la vida…, concluimos nuestro periplo en el rincón más delicioso de la Calle Marcos de Obregón: en el patio de la casa del mejor y más prolífico escritor de la ciudad: D. Antonio Garrido. Un autor que nos recibe con una alegría y una generosidad proverbiales. Un hombre que, octogenario de edad, nos muestra su bibliografía y sirve a niños y jóvenes de referencia y modelo para entender que, quizás también él, resultará homenajeado dentro de otros cuatrocientos años como lo es hoy D. Vicente Espinel. ¿Habrá algo más aleccionador, vívido y educativo al mismo tiempo? ¡Pasado, presente y futuro, al alcance de la sensibilidad y la memoria tangible de niños, jóvenes y profesores! ¡Un modelo proverbial que no podíamos dejar escapar! ¡Una maravilla!
– Isidro, jubilado… y sigues trabajando en pos de una pedagogía, La Andariega que tú mismo has fundamentado y que estás empeñado en fomentar.
– Y ello porque entiendo mi profesión de educador como un oficio. Un oficio artesanal que no concluye con la jubilación, sino todo lo contrario. Un oficio proverbial e imprescindible que, como si se tratara de un ebanista, un ceramista o un herrero, manipula la materia prima con la que trabaja con respeto, conocimiento, afabilidad y destreza. Mi relación así, con niños y jóvenes, es muy similar a la de aquellos sabios artesanos: trato de fundirme con los intereses y aptitudes de mis compañeros de viaje; busco con ellos encontrar en el entorno próximo (paisajes, monumentos, fábricas, comercios y personas singulares) los recursos pedagógicos que satisfagan nuestros intereses y habilidades. Propicio y fomento, a partir de la experiencia, un compromiso personal y social con lo que nos rodea. Trato, en fin, de llevar a cabo una enseñanza efectiva, afectiva, y solidara. Mi pedagogía, La Pedagogía Andariega, nace de las posibilidades que nos brinda nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente para, en constante movimiento, salir a buscar esas respuestas sempiternas que técnica, moral y humanamente nos hacemos. Relegamos la tecnología, lo digital, los libros y las aulas, a lo meramente instrumental. Renegamos de una Educación impuesta por el Sistema. Lo importante para nosotros es descubrirnos a nosotros mismos y nuestro papel en el barrio y en el Cosmos que habitamos. Vicente Espinel, en este caso, es el recurso inmediato que nos permite, siempre caminando, averiguar cosas del futuro a partir del camino recorrido en el pasado. Ya lo dice su Marcos de Obregón en uno de los pasajes: “El camino me lleva…, no soy yo quien lo llevo a él”.
viernes, 22 de marzo de 2024
Fotos de Redecilla del Camino en el Instituto del Patrimonio Cultural Español, IPCE.
19650516 Archivo Pando, IPCE, Ministerio de Cultura, 1965. |
Arch. Agromayor, IPCE, Ministerio de Cultura, + 1970 |
viernes, 1 de marzo de 2024
Camino Francés: Santo Domingo de la Calzada-Redecilla del Camino-Belorado (22 Km.).
martes, 20 de febrero de 2024
Sale a subasta, Censo de 1.656, realizado en Redecilla del Camino, por un Comisario de la Inquisición.
jueves, 15 de febrero de 2024
Guía para abordar las tractoradas desde la España vaciada.
Esto sigue presente, y creo que es lo que explica el hecho de que un ganadero que trabaja a pérdidas por culpa de tratados de libre comercio vote opciones neoliberales. No es algo exclusivo del campo: ocurre lo mismo con los autónomos de las ciudades. No hay espacio aquí para hablar del gran error de considerar al pequeño propietario el enemigo, como si fuera lo mismo poseer Inditex que una zapatería o una cafetería de barrio. Pero sí tengo que resaltar que en el campo ese error sale aún más caro, porque el poso histórico del miedo a la pérdida de la tierra que da de comer es mucho más grande de lo que pueda parecer. Esto es lo primero que la izquierda tiene que entender.
No, no va a funcionar hablar de ecologismo. Primero, porque es percibido como algo de izquierdas. Así de sencillo y así de complejo. Pero además, no va a funcionar porque los agricultores y ganaderos sienten que se les hace pagar a ellos la factura ecológica de todos. Es uno de sus hartazgos. La Unión Europea le está sacando partido a la ola verde de las protestas de 2019. Pone medidas restrictivas dentro mientras firma tratados de libre comercio con países que desde luego no participan de pacto verde alguno. Y si los agricultores protestan, siempre podrán decir a la opinión pública que la UE quería ser verde, pero que estos señores bloquearon las calles con tractores pidiendo volver a lo de siempre. Y así, Von der Leyen y compañía ya tendrán lo que buscan: que se acreciente ese falso dilema entre el mundo rural y el desarrollo sostenible; que los de abajo se enfrenten entre ellos. Por eso ha sido muy inteligente la maniobra de retirar la ley que pretendía reducir el uso de pesticidas.
Además, mientras se ponga el acento en la cuestión ecológica, no se pone en la económica. Mientras debatamos sobre los mililitros de fertilizantes permitidos que recoja la siguiente normativa, no hablamos de que todo apunta a que de aquí a unos pocos años toda la agricultura y la ganadería estarán en manos de grandes corporaciones transnacionales, y que los pueblos de Europa estarán más vaciados si cabe, porque arruinados, sus habitantes pasarán a formar parte de la masa desempleada o precarizada de las ciudades. Es muy difícil y a la vez muy fácil: hay que hablar en términos económicos, hay que explicar adónde se va el dinero que están dejando de ganar los agricultores, para que todos tengamos claro quiénes son los culpables y dónde está el enemigo. Sin perdernos en detalles, por muy importantes que puedan ser esos detalles. Hay que ir a lo estructural; hay que hacer una suerte de pedagogía de lo estructural. Porque en los últimos años se ha querido articular tantas demandas distintas, que quizá hemos acabado por perder de vista la demanda que tiene que articular a las demás, eso que podríamos llamar “la demanda estructural”. Y no es que haya demandas que no sean importantes. Lo que ocurre es, entre otras cosas, que lo que se está haciendo no funciona, porque interpela sólo a quienes se identifican con la izquierda. Se podría ir al campo a hablar en términos de ecologismo y vestidos con chaquetas de coderas, pero les puedo ahorrar el trabajo: no va a funcionar. Y la razón de ello, insisto, no está en el contenido del mensaje, está en una cuestión de identidades. Se percibe una amenaza de izquierdas, pero no la amenaza neoliberal, y eso hace que si la lucha contra las macrogranjas o contra el libre comercio la abandera alguien con ropaje de izquierdas, esa lucha será lucha del enemigo y se percibirá como un ataque.
Se pueden crear nuevas identidades, claro está. Se suponía que, desde el análisis de Mouffe y Laclau, era lo que pretendía hacer el primer Podemos, pasando de la dicotomía izquierda-derecha a los de abajo contra los de arriba. Pero al final todo quedó en un nuevo partido de izquierdas, y lejos de interpelar a una mayoría, la mitad del país vio el proyecto como algo situado a la izquierda de la izquierda. O sea, como al enemigo. Y ahora, una vez muerto el espíritu del 15M, ¿sigue habiendo oportunidades de articular un “los de abajo” contra el capitalismo salvaje? ¿Por dónde empezamos? Las nuevas identidades no nacen de la nada, sino que surgen a partir de las que preexisten, que se funden, se separan, se desarrollan, mutan… Y es una mala idea pretender que surja una nueva identidad popular partiendo de la identidad “izquierda”, porque no va a funcionar. Desde sectores como el campo (pero no sólo), todo lo que surja a partir de la izquierda se verá como un otro amenazante: en el peor de los casos, un otro enemigo, y en el mejor, un otro que habla desde lejos y que los mira con condescendencia.
La lejanía y la condescendencia, aunque sean involuntarias, se aprecian en el propio uso del lenguaje: ¿por qué los medios de izquierdas hablan de los “campesinos”, si es un término con el que jamás se identificaría un agricultor? ¿Saben dónde no se cometen esos errores? En Vox. Y ojo, no hay que confundir la capitalización que hace Vox de la causa de los agricultores y ganaderos con la acusación de que sea ese partido quien los esté convocando. Porque ahora se está hablando de dos tipos de agricultores: los fieles a los sindicatos, cuya lucha es legítima, y los que pasaron por encima de estas organizaciones y convocaron sus propias manifestaciones el 6 de febrero, presentándose a estos últimos como marionetas de Vox que alteran el orden público con métodos fascistas por no tener una autorización de la subdelegación del gobierno que corresponda. Si la izquierda quiere una receta para terminar de regalarle a Vox la causa del campo, ahí la tienen: continúen insultando a un gremio al borde de sus límites, y sobre todo, alíense con sus enemigos. Porque, créanme, ahora mismo la inmensa mayoría de los ganaderos y agricultores de este país ve en los sindicatos agrícolas a un lastre con el que ya no están dispuestos a seguir cargando. Y no, esa misma inmensa mayoría, no ha acudido a ninguna cita de Vox. Es difícil saber aún quiénes han liderado la organización del movimiento y qué intereses puede haber detrás, pero a efectos de esta guía, me da igual: los agricultores no han sacado los tractores pensando en acudir a un acto de Vox.
Pero si seguimos por este camino, quizá la próxima vez sí lo hagan. Se le está poniendo en bandeja a Vox que capitalice un movimiento al que probablemente se le sumen los transportistas y quizá al final todos los autónomos. Sigan llamándoles fascistas, hasta que al final se dé una profecía autocumplida en media España. Después, ustedes dirán que ya avisaron del peligro. Yo diré lo mismo.
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* Bárbara del Arco es profesora de filosofía en Las Palmas de Gran Canaria, pero procedente de un pueblo de Zamora.
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